Después de un año y tres meses de tratamiento en Córdoba, Catalina Cardozo, de solo 2 años, logró superar una leucemia linfoblástica aguda tipo B y regresar a Villa Mercedes. El reencuentro con su hermana melliza, Isabella, fue el cierre de una etapa marcada por la fe, la fortaleza y el amor familiar.
La historia comenzó en julio del año pasado, cuando un cuadro que parecía una simple gastroenteritis derivó en un diagnóstico devastador. Lo que siguió fue una batalla larga y exigente: sesiones de quimioterapia, internaciones, punciones y efectos secundarios que Catalina enfrentó con una sonrisa que nunca perdió.
Su mamá, Fabiana Bitiol, se trasladó a Córdoba junto a la niña, mientras su papá, Luciano Cardozo, permaneció en Villa Mercedes con Isabella. La familia se dividió entre dos ciudades, unida por la esperanza de la recuperación.
Durante el tratamiento, los médicos advirtieron que si la quimioterapia no daba resultado, sería necesario un trasplante de médula ósea. Isabella, su melliza, resultó ser 100% compatible, una noticia que fortaleció aún más la fe de los padres. Finalmente, los últimos estudios confirmaron que no quedaban rastros de la enfermedad en el cuerpo de Catalina.
El 1° de noviembre regresó a su hogar, donde volvió a compartir juegos, risas y abrazos con su hermana. Ahora ambas se redescubren día a día, después de crecer separadas por el tratamiento.
Aunque la leucemia está en remisión, Catalina continuará un año y medio con medicación y controles periódicos. Sus padres saben que el camino no terminó, pero celebran cada pequeño avance como una victoria.
Desde su casa en Villa Mercedes, Fabiana y Luciano comparten un mensaje de esperanza: que ningún padre ignore síntomas persistentes, que busquen contención médica y emocional, y que nunca pierdan la fe.
Hoy, Catalina vuelve a ser una niña como cualquier otra, pero su historia se convirtió en símbolo de lucha, amor y esperanza.
