Un caso estremecedor de maltrato en un geriátrico de Justo Daract ha conmocionado a la comunidad. Entre los relatos que emergen, uno de los más impactantes es el de un anciano de 88 años que sufrió abusos atroces a lo largo de seis años, durante los cuales no se le permitió salir ni a la vereda.
El hombre fue víctima de violencia física extrema por parte de la dueña del geriátrico. En una ocasión, tras orinarse encima, la mujer lo sentó en un bidet, abrió el agua caliente y quemó sus partes íntimas. En su intento por escapar, el anciano cayó al suelo y se golpeó la cabeza. En lugar de brindarle atención médica, la agresora cerró la herida con adhesivo instantáneo y lo acostó sin más.
Según Sheila, una exempleada del geriátrico y denunciante clave, este tipo de maltratos eran frecuentes. Ella relató que las dueñas del establecimiento, una mujer y su hija, ejercían violencia física y psicológica contra los residentes, incluso ordenando golpear y atar a los ancianos en sus camas. Sheila fue testigo de múltiples episodios, como cuando escuchó golpes mientras estaba en la vereda y descubrió que uno de los ancianos había sido brutalmente golpeado.
El anciano en cuestión, identificado como “C.”, confesó a Sheila y a su hija que durante seis años le prohibieron salir del geriátrico. En una reciente marcha en Justo Daract, organizada para exigir justicia, una de sus hijas declaró que su padre, entre lágrimas y dolor, pidió ser rescatado de aquel lugar.
La Fiscalía, encabezada por José Olguín, continúa recolectando pruebas mientras nuevas historias salen a la luz, revelando un patrón sistemático de abuso y negligencia en el geriátrico. La comunidad exige respuestas rápidas y el encarcelamiento de las responsables.
Este caso pone en evidencia la necesidad urgente de supervisar y regular los establecimientos que atienden a los adultos mayores, para garantizar su dignidad, seguridad y derechos básicos.