Un adolescente de 17 años ha convertido los robos en su modus operandi, protagonizando más de veinte incidentes en tan solo un mes.
Conocido en los círculos policiales y judiciales por su historial delictivo, ha sido descrito por algunos agentes como “más famoso que el dulce de leche”, aunque su reputación no es nada halagadora.
Ya sea actuando solo o acompañado, armado o desarmado, el joven ha infundido miedo en varios barrios de la ciudad. Su último encuentro con la justicia lo llevó ante la jueza del Juzgado Penal Juvenil y Contravencional de Villa Mercedes, quien optó por una de las medidas más severas disponibles para menores: la prisión domiciliaria.
Además de permanecer bajo vigilancia en su hogar, el joven debe enfrentar sus problemas de adicción a las drogas y asistir regularmente a la escuela para completar su educación primaria. Aunque ha hecho promesas de cambio, estas han sido incumplidas. La jueza Antonella Magnano Panero supervisará su progreso en una audiencia de control programada para el 29 de agosto, advirtiendo que cualquier violación de las condiciones podría resultar en medidas más drásticas, incluyendo un posible traslado a un centro correccional fuera de la provincia.
Durante el breve período en que estuvo bajo la jurisdicción de la fiscal Daniela Torres, el joven fue denunciado por numerosos robos, frecuentemente aprovechando la vulnerabilidad de adolescentes de su misma edad. Su método consistía en engañar a las víctimas con historias ficticias antes de atacarlas, a menudo con violencia.
Uno de los incidentes más destacados fue el robo de una motocicleta y un allanamiento en una propiedad en renovación, seguido de la venta ilegal de los bienes sustraídos. Con un historial que abarca desde robos de alto perfil hasta estafas con tarjetas de crédito robadas, las autoridades también han señalado la posible complicidad de los padres del joven, dado que nunca se encuentra dinero en su posesión al momento de su arresto.
El futuro del joven delincuente es incierto y está marcado por las consecuencias de sus acciones. Aunque actualmente evita la cárcel debido a su estatus de menor de edad, su destino legal podría cambiar drásticamente al cumplir 18 años. Mientras tanto, las autoridades locales continúan vigilando de cerca sus movimientos, conscientes de que cada día de libertad podría acercarlo un paso más a un futuro tras las rejas.